El denario ibérico se acuñó a partir del comienzo del siglo II a.C., después de la segunda guerra Púnica y la conquista de la Península por los romanos. Roma dejaba a los indígenas la libre elección de la iconografía y de la escritura que lo acompaña, pero imponía la reproducción estricta de las características de su propio denario desde el punto de vista del metal y del peso.
A diferencia de las emisiones romanas, que representan a la diosa Roma en el anverso, y a Cástor y Pólux, en el reverso, solo uno de los gemelos aparece aquí, llevando la palma de la victoria.