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Tinglado 4

8. Tarraco, quanta fuit

La Tarragona medieval surge aprovechando las imponentes construcciones de época romana de la parte alta de la colina tarraconense. Pero no será hasta el siglo XVI, cuando se manifestará claramente el interés por las ruinas de la antigüedad, símbolos del esplendor perdido.

Dos personajes ejemplifican este proceso de recuperación del pasado romano: Lluís Pons d’Icart y Antoni Agustí. Pons d’Icart, autor, hacia el 1564, del manuscrito Llibre de les grandeses de Tarragona, pone de manifiesto por primera vez los principales rasgos del urbanismo de Tárraco. Una descripción que se complementa con las vistas de Tarragona elaboradas por Anton van den Wyngaerde y con el trabajo de Antoni Agustí, humanista y arzobispo de Tarragona, a finales del siglo XVI.

En los siglos XVII y XVIII, la efervescencia del Renacimiento dejó una serie de recopilaciones de epigrafía y una concepción de Tárraco basada, fundamentalmente, en la obra de Pons d’Icart. El siglo XIX está presidido por Bonaventura Hernández Sanahuja, un personaje que dejó testimonio escrito de muchos de los restos romanos que fueron desapareciendo a lo largo del siglo.

El Museo Nacional Arqueológico de Tarragona se formó durante la primera mitad del siglo XIX y ha sido desde sus orígenes el centro de recuperación y conservación del patrimonio arqueológico de Tarragona y de su área de influencia.

OBJETOS

<p>Fotograf&iacute;a de Adolf Mas (1908), de una visita al antiguo Museo Arqueol&oacute;gico de Tarragona.</p>
Fotografía del antiguo Museo A
Fotografía del antiguo Museo Arqueológico
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