A partir de 1940 la producción de la alfarería tradicional empeora definitivamente, debido principalmente al abandono gradual de las actividades campesinas tradicionales hacia un modelo de sociedad mucho más urbano e industrial, así como la aparición de nuevos materiales substitutivos. Una situación que habría sido terminal si a partir de los años cincuenta no se hubiera producido el fenómeno del turismo. Este permitió que algunos obradores bisbalenses reorientasen su producción y transformasen las antiguas vasijas de alfarería en objetos básicamente decorativos, adaptando sus diseños y colores a los gustos de los nuevos consumidores.