Entre los ornamentos personales que acompañaban a los individuos enterrados, destaca un conjunto de 400 pequeñas cuentas de concha (cardium) de distintos tamaños y grosores que formaban parte de uno o varios colgantes o brazaletes. Una de estas cuentas se diferencia de las demás por la forma de lágrima trapezoidal y, posiblemente, pertenece a un colgante.
Esta ornamentación ha sido fechada mediante radiocarbono entre 2879 y 2589 a. C. a partir de una muestra de hueso de los restos humanos a los que pertenecería, y que también se conservaba en el interior de la cista.