La abadía es uno de los pocos espacios conservados del siglo XIV que, a pesar de haber sufrido varias modificaciones por los usos a lo largo de los años, preserva parte de la decoración mural de principios del siglo en el que fue construida. Las pinturas de la abadía, elaboradas con una técnica mixta de fresco y temple, representan cortinajes con animales fantásticos y cubren toda la sala. La reconstrucción del techo imita la decoración original de policromía, en la que se alternan los panes o besantes de oro del escudo de los Montcada y los motivos de la casa real, que configuran el escudo del monasterio.
La sala capitular era el lugar de reunión de la comunidad. Construida en el año 1416, destacan las vidrieras policromadas del siglo XV; las esculturas policromadas de la clave de bóveda, que representan El Pentecostés y la imagen de la Virgen con el Niño, del siglo XIV, una de las tres esculturas góticas que se conservan en el monasterio, y los dos paneles pintados que datan del mismo período.
En este espacio, la abadesa y el discretorio, compuesto por las hermanas que ocupaban los cargos directivos de la comunidad, decidían sobre determinados asuntos importantes de la organización del monasterio y de orden interno.