El extraordinario desarrollo de las ciudades durante el imperio romano no hubiera sido posible sin un sistema que garantizara un suministro constante y regular de agua. Agua apta para el consumo humano, pero también para la extinción de incendios, la higiene, el ocio y el placer en las termas públicas, baños privados, jardines y parques.
Con tuberías como esta se distribuía el agua por la Ciudad. Procedente de la villa romana del Torrent de les Voltes (Puigpelat), está realizada en plomo. Uno de los rasgos más curiosos es que conserva la marca de fabricación.