Entre 1936 y 1939, Josep Aragay se dedicó, sobre todo, a la práctica del aguafuerte, con la realización de más de una treintena de planchas. Los aguafuertes trataban temas costumbristas como Jugadores de Cartas (1936), Fiesta Mayor (1937), El niño y el perro (1937) y Obsesión cuadricular (1937). También realizó aguafuertes de temática moralista como Semana Santa? (1937) y Lujuria (1937). Otros aguafuertes de esta etapa son Autorretrato (1937), Serenata crepuscular (1937), Payeses y soldados (1937), Campesino (1938), Bañista (1938) o Amazonas (1938). Aragay expuso algunas de estas obras en la Exposición del Dibujo y del Grabado de 1938, al lado de los aguafuertes de Xavier Nogués, de los dibujos del escultor Josep Clarà o de los de Josep Granyer y Josep Obiols, entre muchos otros. A raíz de aquella exposición, la crítica se puso de acuerdo al considerar a Xavier Nogués y Josep Aragay como “grandes aguafortistas”. Bajo las pinturas románicas que se conservan en la antigua iglesia de Santa María, se expoenen los aguafuertes de Aragay el lugar más emblemático del museo.