Jordi Pericot abandona progresivamente el mundo del arte para dedicarse a su faceta de pedagogo y teórico. Considera que ha agotado la vía cinética y que puede continuar su labor a través de la docencia y la teoría del diseño en la universidad.
Se despide definitivamente de los círculos artísticos en 1984, año en que ejecuta su última obra como profesional: el cuadro MeRdA, en que, de manera directísima, protesta contra la vertiente más mercantil del arte a través de una secuencia de seis autorretratos que en conjunto pronuncian la palabra merda.