Esta jarrita se recuperó en el interior de una tumba de la necrópolis romana de la calle Colón. Evidencia una creencia funeraria según la cual la sombra de la persona difunta continuaba viviendo en el interior de la tumba y, por este motivo, sus familiares y amigos depositaban alimentos y bebidas en el momento del entierro y durante las ceremonias de duelo anual que se celebraban en honor de los difuntos.