Los centros históricos de encaje artesano en Cataluña
Cataluña es un país con una larga tradición en la realización de encaje artesano, desde el siglo XVII se realizaba encaje artesano en muchas zonas, pero por su importancia destacamos tres:
Las encajeras catalanas realizaban con gran habilidad diversas técnicas, algunas sencillas y otras más complejas. Debido a la proximidad con Francia aprendieron a realizar técnicas como Valenciennes, Lille, encaje de Le Puy y sobretodo la blonda. En este espacio podréis tocar estas muestras y apreciar la calidad de los trabajos.
Los principales tipos de encaje de Cataluña
El encaje artesano se realiza con bolillo o aguja, a partir de estas dos técnicas básicas se desarrolla una variada terminología para denominar los diferentes estilos. Respecto al encaje mecánico, la calidad de la pieza también depende de la maquinaria utilizada: Leavers o Raschel.
Punto de Cataluña
No es exactamente un encaje, porque se hace a partir de un tejido. Se realiza con aguja extrayendo los hilos para crear unas formas radiales. Los primeros trabajos son de los siglos XVI-XVII y recibe el nombre de punto de Cataluña. Es similar a otros trabajos de Castilla-León y Extremadura, donde se denominan soles.
El ret fi o encaje de Arenys
En la zona del Maresme, a finales del siglo XVIII principios del XIX se desarrolló una técnica de encaje blanco realizada en algodón o lino que recibió el nombre de ret fi o encaje de Arenys. Este tipo de encaje se caracteriza por los diseños geométricos similares a otras técnicas europeas de la época como el encaje de Lille, el Malines o el tonder. El ret fi se utilizó a menudo para el ajuar eclesiástico y doméstico, ya que eran piezas que se debían limpiar y planchar sin problemas.
La blonda
La blonda surge en Francia en el siglo XVIII y rápidamente llega a Cataluña donde las principales casas de encaje artesano diseñan modelos para mantillas, velos, chales, pañuelos… La blonda catalana fue muy popular en toda Europa y América. A finales del siglo XVIII fabricantes de encaje de Mataró fundaron una empresa de encaje en Almagro, donde aún se mantiene la tradición.
El encaje de Barcelona
El encaje de Barcelona fue creado en 1952 por Antònia y Montserrat Raventòs, fundadoras de la Escuela de Encaje de Barcelona, a partir de un encargo del Arzobispado de Barcelona para el altar mayor de la Catedral, con motivo de la Conferencia Episcopal. Es una técnica que mezcla el trabajo de la aguja con el de bolillos.
Blonda de l’Arboç
El encaje de l’Arboç también es conocido popularmente como la blonda de l’Arboç. Se caracteriza por el fondo de tul y los elementos decorativos con punto entero que suelen ser de carácter naturalista.
Blonda bordana
A medio camino entre el encaje mecánico y el artesano son los trabajos de blonda bordana, se trata de un tul mecánico bordado imitando la blonda. Su uso se extendió entre la burguesía ya que su coste era inferior al del encaje artesano. Durante el siglo XIX, en la Casa de la Misericordia de Barcelona se realizaban excelentes trabajos con esta técnica.
Encaje mecánico
Las primeras máquinas de encaje mecánico se instalan en Barcelona durante la primera mitad del XIX, las máquinas Leavers y posteriormente las Raschel producirán trabajos de encaje de excelente calidad.
El encaje como negocio
Aunque el encaje artesano se realizaba en Cataluña desde el siglo XVII, es a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cuando en la costa catalana, desde Tossa de Mar hasta Barcelona, los alrededores de la capital y en l’Arboç del Penedès se desarrollaron negocios de encaje que básicamente se dedicaban a la exportación hacia América. A pesar de las fluctuaciones y las crisis políticas y económicas, estos negocios de encaje artesano se mantuvieron hasta la primera mitad del siglo XX.
Durante el siglo XIX las casas de encaje de renombre presentaban sus trabajos en las grandes exposiciones internacionales, como es el caso de Josep Margarit i Lleonart y Josep Fiter. Este fabricante de encaje realizó un alba para el papa León XIII en 1887 que contó con la colaboración de la Casa Castells de Arenys de Mar.
A finales del siglo XVIII aparecen las primeras máquinas que realizan el tul mecánico, pero no es hasta 1808 cuando John Heathcoat inventa la primera máquina de encaje mecánico. Estas máquinas llegan a Barcelona en 1827. En 1847 Volart i Campany fundan la primera fábrica de encaje mecánico que posteriormente se instalará en l’Hospitalet de Llobregat convirtiéndose en una empresa que conseguirá diversos premios en exposiciones universales. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el encaje mecánico fue ganando terreno al encaje artesano.
Las empresas de encaje mecánico catalanas están agrupadas en la Asociación Nacional de Fabricantes de tules, bordados y encajes. En la actualidad, existen un total de 6 empresas de encaje mecánico: Central Encajera, Encajes Laquidaín, Indesmalla, Industria de Encajes Mecánicos, IEMESA, Textil Padró i Tradeurop (herederos de la Casa Volart).