El techo característico de las casas íberas estaba hecho con materias primas del entorno. El sistema de construcción consistía en apoyar sobre las paredes troncos de árbol que funcionaban como vigas y, por encima, se colocaba un entramado espeso de ramas o cañas ligadas. Para impermeabilizar este cañizo, se extendía por encima una densa capa de barro. La influencia romana introdujo un nuevo tipo de tejado, que se puede ver en la casa de al lado.