A pesar de que la economía íbera no estaba plenamente monetizada y todavía se regía por el trueque y la redistribución de los bienes intercambiados, a finales de la época íbera se empieza a hacer más habitual la presencia de monedas en los yacimientos íberos. En esta moneda de plata o denario, acuñada en Roma o Cartago y hallada en Ca n'Oliver, está representado, en el anverso, el rey númida Juba I y, en el reverso, un templo.