De esta zona arqueológica conservada in situ, que formaba parte del suburbio de Tarraco, se documentan, entre los siglos I a. C. y VII d. C., varios usos (viario, residencial, productivo y funerario), que se ordenan a partir de un denso entramado viario que conectaba la ciudad con el puerto. En este sector, se han conservado un tramo de vía, restos de una casa (domus) suburbana, equipamientos de carácter productivo, un mausoleo de época tardorromana y parte de un extenso cementerio, la Necrópolis Paleocristiana.
El descubrimiento de un fragmento de un epígrafe ha hecho pensar que esta área funeraria acogió los restos de los mártires Fructuoso, Augurio y Eulogio. En su memoria se habría erigido una basílica que dinamizó el área funeraria como extenso centro eclesiástico que perduró hasta el siglo vii. Cabe destacar la riqueza tipológica de los entierros documentales, que van desde simples fosas excavadas en el suelo hasta criptas monumentales como la de Els Arcs y la de Els Enginyers. Los más frecuentes son los de tegulae y ánforas, aunque también hay cajas con elementos cerámicos, de obra o piedra, y sarcófagos de plomo, piedra o mármol.