Fragmento de escultura encontrado en la necrópolis paleocristiana que representa al dios Atis caracterizado con el habitual gorro frigio. Las representaciones de este dios tienen contenidos simbólico-religiosos y su figura se asociaba a la protección de los difuntos y a su resurrección. El culto a esta divinidad de origen oriental se instauró oficialmente por todo el Imperio a partir del emperador Claudio.