De entre todo el menaje que se expone en el Museo Etnográfico de Ripoll, destacan un plato y una taza muy curiosa llamada taza de exorcismos. En el fondo de la taza aparece pintado el nombre de Jesús y, en la pared, un diablo. Servía para beber vino, y mientras la llenaban, decían: «Hasta que te ahogues, demonio», o sea, hasta que la taza quedase bien llena; y mientras alguien bebía, el resto de la familia repetía: «Hasta que te vea, Jesús», es decir, hasta que quedaba bien vacía.