Los habitantes del Arán están ligados a su entorno, a las montañas, a los ríos, a los pastos… a un paisaje natural marcado por su río, el Garona, y por las montañas que le han hecho de cuna. El fuerte desnivel de estas montañas y la orientación del valle dan origen a su diversidad climática, con zonas de corrientes atlánticas y temperaturas suaves, y otras de temperaturas más extremas. Estas características son la fuente de la riqueza natural de la flora y la fauna del Arán.
El Valle de Arán, con una extensión de 620 quilómetros cuadrados, limita con Francia, Aragón y las comarcas del Pallars y la Ribagorza. A lo largo del territorio se pueden explorar diversas cimas —como la de Besiberri Nord, de 3.044 metros de altura, o la de Maubèrme, de 2.880 metros—, además de recorrer las zonas lacustres, como Colomèrs o Saboredo, y conocer su entorno natural.
Entre la riqueza faunística destacan las mariposas, por la gran variedad de especies que existen: 150 de las 200 especies que hay en toda Cataluña. También viven aquí el pico mediano, un pájaro que habita en bosques maduros y bien conservados de roble común, o la lagartija aranesa, un reptil endémico del Valle de Arán que fue descubierto en 1993.
En cuanto a la vegetación, una gran parte del territorio aranés está cubierto por bosques y pastos, donde se pueden observar especies arbóreas, como el pino negro, el abeto, el roble, y arbustos, como el enebro o la genciana.