Aparte de los belenes históricos que tradicionalmente adornaban las principales iglesias de Olot o las grandes casas solariegas, como Can Trincheria, Can Bolòs o Can Vayreda, la tradición de los pesebres particulares estaba fuertemente arraigada en la ciudad. A finales del siglo XIX, los belenes se podían visitar en los diferentes establecimientos y hogares de Olot. Pero es a principios del siglo XX cuando la ciudad viviría una verdadera fiebre de los belenes, contribuyendo de forma decisiva tanto los talleres de santos como las diversas asociaciones de carácter religioso y patriótico de la ciudad.
El primer concurso de belenes se convocó en 1914, organizado por la revista El Deber, fundada por el rector Ferrer. El concurso y el auge de los belenes continuarían hasta los años setenta, exceptuando la época de la guerra civil española (1936-1939).
Ramón Amadeu, considerado el padre del belenismo catalán, tuvo una estrecha relación con Olot. El escultor, de estilo barroco con influencias neoclásicas, modeló en Olot una importante serie de figuras de belén inspiradas en una concepción naturalista y en la tradición de los belenes de Nápoles, una de las más antiguas y que se ha mantenido inalterable con el paso de los siglos.
Amadeu creó escuela y generó un grupo de alumnos y seguidores, prácticamente desconocidos, que configuraron lo que se denomina la "Escola Pessebrista d'Olot", una forma de hacer que iría por un camino distinto al del resto del belenismo catalán. Una línea más artesanal e industrial que artística, estrechamente vinculada a la gran producción de santos e imaginería religiosa de Olot.