El proceso de mecanización e industrialización no supuso únicamente una transformación económica y de los procesos productivos, sino que llegó acompañado de profundos cambios sociales y culturales. Este ámbito presenta de forma amena, mediante audiovisuales, maquetas, escenografías y otros recursos, estos cambios que han marcado nuestra sociedad contemporánea. Aparecieron nuevos protagonistas: los fabricantes y los obreros, especialmente las mujeres, que eran la mano de obra principal de las fábricas textiles del Ter. Surgieron nuevas formas de vida cotidiana vinculadas al trabajo en la fábrica, donde las jornadas laborales eran extenuantes. Se inició la toma de conciencia de clase de los nuevos grupos sociales y sus estrategias de organización en sindicatos, cooperativas, mutuas, sociedades corales, organizaciones patronales, etc. En las nuevas relaciones de producción entre obreros e industriales, el conflicto (huelgas, cierres patronales…) era inevitable, y a lo largo de los años adoptó distintas formas, a menudo con la aparición de la violencia.
Por último, no podemos entender esta nueva etapa sin el interés por la cultura, la educación, el ocio y el deporte, que se refleja en un intenso asociacionismo que, más allá de la dureza de las condiciones de vida o el conflicto latente, dibuja una sociedad muy dinámica.