La empresa Miquel, Vincke y Meyer empezó a fabricar salacotes de corcho y tela hacia el año 1910. Se aprovechaba el aislamiento que proporciona el corcho para el uso de estos sombreros en climas extremos. El Estado Mayor Central de Madrid y el ejército de Gran Bretaña fueron unos de los clientes más importantes y, además de salacotes, se hicieron todo tipo de cascos, incluso algunos de sorprendentes: tricornios, cascos para paracaidistas, motoristas, bomberos, guardia urbana y bobbies británicos.