En 1962, Guy Selz publicó en La Brèche, revista dirigida por su amigo André Breton, un artículo sobre la señora Zka y sus muñecos de tejido, que Selz pudo obtener a través del pintor y coleccionista de arte marginal (Art Brut) Jean Dubuffet.
Hacía quince años que la señora Zka vivía recluida en su propio mundo, en una habitación pequeña y blanca de un hospital psiquiátrico, donde pasaba el tiempo cosiendo. El detallismo y la perfección de los muñecos, así como su alusión sexual, lo fascinaron. En el artículo, Selz hace notar lo extraño y sorprendente que puede ser el resultado de unos trozos de tela en manos de una «loca» y de unas parcelas de recuerdos trabajados con minuciosidad.