A partir de 1880, Rusiñol y Utrillo consolidaron su amistad. Ambos artistas junto con Casas, Clarasó y Canudas se convirtieron en un quinteto casi inseparable. En la primavera de 1889, Utrillo se marchó a París para hacerse cargo de la corresponsalía artística del periódico La Vanguardia. Poco tiempo después, cuando Rusiñol ya se había trasladado también a la capital francesa, los dos se instalaron en una casa de la Rue de l’Orient en compañía de Canudas y Clarasó. Fue Utrillo quien presentó muchos de los artistas parisienses del momento a Rusiñol y quien lo introdujo en los ambientes bohemios de Montmartre, que Utrillo conocía muy bien desde su época de estudiante.