El paso del siglo XIX al XX vino marcado por una gran inestabilidad política que sumergió el país en un ambiente de desconfianza y confrontación. En el siglo XX, mientras que las guerras europeas repercutieron aquí con un cierto beneficio económico, las dictaduras y las guerras en territorio español no hicieron más que herir profundamente la sociedad mataronense y la catalana en general. La llegada de la democracia, los nuevos flujos migratorios, la recuperación económica, el crecimiento urbanístico, la recuperación del frente marítimo y la construcción del puerto, la dotación de equipos públicos y la recuperación del patrimonio han situado de nuevo a la ciudad como una de las capitales catalanas con una personalidad que la hace única: Mataró es ciudad emprendedora, es ciudad mediterránea y es ciudad que recupera y difunde su pasado para marcar el rumbo de su futuro.