La fabricación de género de punto requería mucha mano de obra a la que se asignaban tareas en función del sexo y la edad. En las fábricas de hilados y tejidos, el personal era fundamentalmente femenino. Las mujeres se ocupaban de los telares en la sección de tejido, confección y acabados de los artículos de punto. Los empresarios las preferían porque les pagaban menos, y cobraban a destajo, de forma que obtenían un salario irregular y precario. Los niños se ocupaban de tareas auxiliares a la preparación del tejido y los hombres eran los encargados de accionar y supervisar los grandes telares y, en general, se encargaban de las tareas de carácter técnico.