Esta máquina dotada de un motor eléctrico se utilizaba para pasar el hilo de las madejas a las bobinas. La devanadora desenrollaba el hilo de los husos obtenidos del proceso de hilatura y los preparaba en forma de madeja con las que se llenaban las canillas que suministraban el hilo a los telares. La electrificación vació las fábricas de embarrados y cintas, un peligro y causa de muchos accidentes y, después de los años de restricciones como consecuencia de la Guerra Civil (1936-1939), contribuyó notablemente al aumento de la productividad.