Las crisis del petróleo de la segunda mitad de los años setenta (1973 y 1979) tienen una importante repercusión en la industria del género de punto: el aumento de costes de producción, la bajada de la demanda interna y la pérdida de beneficios se traducen en el cierre de muchas empresas y una importante pérdida de puestos de trabajo. La entrada de España al Mercado Común (1986) obliga a los industriales a la modernización de la gestión, la renovación de maquinaria de tisaje, y la reducción del número de trabajadores. El siglo XXI arranca con nuevas posibilidades de tisaje y la apuesta por la innovación, la calidad y el diseño como estrategia para la continuidad del sector. La industria del tejido de punto de la comarca del Maresme ha apostado por la innovación en el diseño de nuevos productos con un amplio abanico de aplicaciones en campos como la salud, el deporte, el menaje del hogar, la automoción y la seguridad.