Este es un retrato de Salvador Robert, uno de los personajes sitgetanos que Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 - Aranjuez, 1931) pintó entre 1893 y 1895. El denominador común de todos ellos es que todos eran amigos o conocidos de Rusiñol y que, por tanto, el artista les pintó por el simple placer de hacerlo, sin estar sometido a las presiones que comporta una obra por encargo.
Rusiñol utiliza aquí la paleta de grises y blancos para transmitir al espectador el alma del retratado, con la mirada concentrada en la partitura y una actitud pensativa.