Se muestra un recorrido entre el neoclasicismo, representado por los dibujos de Vicente López; el romanticismo, con obras de Joaquim Espalter y Federico de Madrazo, y las obras de los pintores de la escuela luminista de Sitges.
A medida que avanza el siglo, el color va ganando protagonismo al dibujo, con una pincelada más libre y expresiva.
El trazo vibrante de las obras de Fortuny se reencuentra en las pinturas de Arcadi Mas i Fondevila, como La procesión de Corpus, o en la obra del joven Santiago Rusiñol Puerto de Barcelona, el primer óleo que se conserva del artista.