Muchos de los artistas activos a lo largo del novecentismo y el período de los realismos de entreguerras siguen trabajando después de la Guerra Civil española (1936-1939), impermeables al desarrollo de los lenguajes de vanguardia. Se produce una especie de prolongación natural de la estética de la figuración hasta que sus fundadores dejan de trabajar.
La figuración continua viva, con claras reminiscencias de aquel gusto por un lenguaje que bebe de diferentes fuentes, como el primitivismo, la Nueva Objetividad, la continuidad del paisajismo de raíz mediterránea o el decorativismo.