La imagen románica del Cristo crucificado de Perves, datada en el siglo XIII, se ha convertido en una de las obras más emblemáticas de la colección de escultura medieval del Museo de Lleida. En su concepción global, emplea los estilemas del taller de Erill, reproduciendo con cierta fidelidad los del Cristo del Descendimiento de Erill la Vall.
Iconográficamente, el Cristo de Perves aporta fórmulas originales e innovadoras no habituales en la plástica románica, como la sangre que mana del lado derecho de la imagen. Esta solución también se encuentra en el Cristo de Manyanet, con el que comparte algunas soluciones formales.