El ajedrez, introducido a través del Al-Andalus, fue adoptado por las cortes feudales como un juego que potenciaba ciertas habilidades como la previsión y la estrategia, reflejo de las virtudes de un príncipe.
Este conjunto de piezas pertenecía a Arnau Mir de Tost, señor de Àger. Él y su esposa poseían numerosos y lujosos objetos islámicos, como un frasco de perfume, también conservado en el museo, lo que denota su capacidad para valorar los objetos bellos y prestigiosos.