Barberos, sastres, pasteleros, maestros, curas y boticarios, entre otros oficios y profesiones, hicieron que la vida de los pueblos fuese más cómoda y holgada. Algunos procuraron salud y educación, otros despertaron inquietudes culturales y la estima entre las personas. También hubo quienes contribuyeron a la buena convivencia entre las personas y quienes endulzaron la vida con palabras, comidas, sonidos o fiestas.
Por esta misma planta se accedía, hasta la ampliación del museo en el año 2009, al antiguo museo. En concreto, por la puerta que da a la calle de En Canós, que era también la antigua entrada a la farmacia de la familia Carulla, fundada en 1704.
Un espléndido mural de Llucià Navarro reproduce la antigua botica, y no a partir de una fotografía, sino de un viejo dibujo realizado por un excursionista de Reus. El espacio contiene piezas muy valiosas relacionadas con el oficio: morteros para elaborar fórmulas magistrales, una rica colección de botes de farmacia, muestras de Vigorina ―el reconstituyente muscular creado por la familia―, etc.
En esta planta también podemos tomar conciencia de la importancia del tejido asociativo del pueblo y de la relevancia de algunas profesiones relacionadas con el mismo.