«Las indianas no eran una simple innovación, sino la mayor revolución que se había producido en materia textil. Anteriormente, los tejidos de los vestidos podían ser, o bien una ruda estameña sin otro color que el gris o el pardo, o bien ropas teñidas de un solo color con aplicaciones o sobrepuestos, o con motivos lineales obtenidos con el pincel o con trepas picadas. Únicamente las personas adineradas podían permitirse el lujo de vestir colgaduras o brocados de oro y de colores vivos, terciopelos trabajados, sedas orientales o de otras influencias lejanas [...].»
(Agustí Duran i Sanpere, c. 1887-1975)