En la Cataluña de la segunda mitad del siglo xix, la pujanza y proliferación de la pintura coinciden con el momento histórico de la restauración. Marcado por la prosperidad económica, este periodo favoreció a una burguesía que se constituyó como el motor de la Renaixença cultural y del catalanismo político. Esta burguesía buscaba un arte realista, pero a la vez amable, elegante y optimista.
En este momento aparecen en Cataluña varias escuelas artísticas, siendo la más destacada de ellas la Escuela de Olot. Se trata de una escuela catalana de paisaje, con similitudes con la escuela de Barbizon. El iniciador fue Joaquim Vayreda, que popularizó por todas partes el paisaje de Olot y atrajo la atención de numerosos artistas foráneos, como Santiago Rusiñol o Ramón Casas.
La escuela se consolidó gracias a la labor pedagógica del pintor Josep Berga i Boix, que instauró la pintura au plein air entre sus alumnos. Algunos de los más destacados son su propio hijo, Josep Berga i Boada, Miquel Blay, Josep Clarà y Melció Domenge.
Marià Vayreda es el tercer componente de la escuela de Olot. A pesar de que se le conozca más por su faceta de escritor y cronista, también es un virtuoso pintor.
El Museo expone las piezas más destacadas de cada uno de estos artistas, así como de otros artistas que se dejaron cautivar por el paisaje olotense.