A principios del siglo IV d.C. la ciudad Aeso entra en una crisis de la cual no se recuperará.
A partir de este momento algunos barrios de la ciudad se despueblan y los habitantes que se quedan seguramente se agrupan en la zona alta reaprovechando, en ocasiones, materiales constructivos anteriores.
Las casas abandonadas quedan yermas y algunas son utilizadas como área de necrópolis. Este es el caso del entierro infantil hallado dentro de la ciudad, sobre el pavimento de una casa deshabitada.