Con la consolidación de la industrialización en L’Hospitalet (finales del siglo XIX y principios del XX), se inició un proceso de transformación sin precedentes: el territorio empieza a urbanizarse de forma lenta pero constante, y deja paso a un modelo que apuesta por el progreso, la mecanización y la economía de mercado. El textil constituye el sector industrial más importante, y la mano de obra femenina es la protagonista indiscutible de este desarrollo, junto con los empresarios capitalistas, que apuestan por nuevos espacios de trabajo.
Los efectos de la industrialización se pusieron de manifiesto en la vida de las personas y en el desarrollo de la sociedad. Al mismo tiempo, la agricultura siguió desempeñando un papel clave en la economía hospitalense. La prosperidad económica de la localidad hizo que muchas personas se desplazasen a L’Hospitalet en busca de nuevos horizontes, lo que propició el crecimiento de la población y, al mismo tiempo, provocó las primeras saturaciones urbanas.
Desde el punto de vista económico y social, este período está marcado por las diferencias de clase. El republicanismo y el anarquismo son las ideologías más influyentes entre la clase trabajadora, en la lucha por alcanzar los primeros derechos laborales. Pese a la influencia de la Iglesia, nuevas formas de ocio son posibles dentro de esta sociedad.