En este ámbito se exhiben muestrarios y formularios con los primeros secretos del colorante, como antesala de la segunda fase de la exposición permanente, que se escenifica en un laboratorio o «cocina de colores». Los formularios, una especie de recetarios colorimétricos, eran elaborados por los químicos de la fábrica. Se guardaban celosamente para impedir que la competencia los robase.