Las imágenes de carácter religioso realizadas en piel dorada, policromada y ferreteada, o bien en piel repujada, son muy numerosas a partir del siglo XVI. Estas imágenes eran frecuentes en muchos hogares e iglesias como objetos de devoción popular. Repetían insistentemente los mismos temas en torno a la crucifixión, la Virgen María y algunos santos, como la Verónica y la Santa Faz. La figura inexpresiva de la Santa Faz representa la impresión del rostro de Jesús en un lienzo. Camino del Calvario, Verónica secó el sudor del rostro de Cristo con su velo, donde quedó grabada la faz.
Generalmente, el propio guadameciero solía pintar las imágenes, como una labor más de todo el proceso. Aun así, en las obras de mayor calidad artística podía intervenir, además, un pintor.