El cordobán, procedente generalmente de la cabra, es una piel curtida de gran calidad y con una finalidad eminentemente práctica y funcional. Su origen puede situarse en la Córdoba hispanoárabe, ciudad que se convertirá en el primer centro productor, y el más importante, de este tipo de piel. Rápidamente se erigió en producto de gran prestigio y fama, y se exportó a la Europa occidental. Desde la época medieval, el cordobán fue usado principalmente para el recubrimiento de cajas, arquetas y estuches, y también para la fabricación de zapatos y guantes.
Muchas arquetas y cajitas estaban forradas de cordobán. Las arquetas servían para guardar pertenencias personales, dinero o documentos de damas y señores, o constituían el estuche de un rico tesoro de orfebrería. También podían ser un regalo como prueba de amor, con frecuencia ilustradas con escenas inspiradas en el amor cortesano. Dentro del ámbito religioso, se utilizaban para guardar reliquias, libros de horas u otros objetos litúrgicos.