Cofre que presenta unas tablas desbastadas a la azuela, con llantas de hierro forjado con formas treboladas, característica general del mobiliario de época medieval.
Todo el cofre está recubierto de pergamino pintado con pigmento de minio, que le confiere una tonalidad anaranjada. La piel protegía la madera de insectos y de las inclemencias meteorológicas.
Las asas eran necesarias para facilitar su transporte. Aun así, ninguna de las representaciones iconográficas conservadas en que aparece un cofre de estas características remite a un contexto de viaje; al contrario, es representado dentro del ámbito privado, junto a una cama o en una estancia.