Hasta la introducción de las fibras sintéticas, las redes de algodón se llevaban a teñir. Se hacía durante las noches de luna llena, cuando los pescadores no podían salir a pescar porque la luz no dejaba amontonar el pescado. Se hacía hervir agua de lluvia con corteza de pino dentro de las calderas, e impregnaban las redes con el jugo resultante, y se llevaban a secar a los tendederos. La lignina de la corteza de pino las impermeabilizaba y las hacía más resistentes, a la vez que las teñía con el característico color marrón oscuro.