A partir de 1920 empezó a adoptarse un nuevo sistema de pesca de pescado azul que procedía del Cantábrico, donde se conocía como traíña o trainera. En Cataluña se llama de teranyina (telaraña) por similitud. También a partir de 1923 empezaron a incorporarse motores en las embarcaciones más grandes. Esto hizo desaparecer paulatinamente la dependencia de la fuerza del viento en las velas y de los brazos con los remos.
El nuevo sistema consistía en una red de 200 a 500 metros de largo por unos cuarenta de alto que capturaba el pescado por cerco. Se necesitaban dos barcas: la grande, o traíña, a bordo de la cual iban de cinco a diez marineros, y una más pequeña, el bote de luces, conducida por un solo hombre: el llumeter (encargado de la luz). Las dos barcas salían juntas y cuando llegaban al lugar donde podían capturar un banco de sardina o anchoa, atraído por las luces del bote, enganchaban un extremo de la red a la embarcación pequeña, mientras la grande daba una vuelta soltando la red y rodeando el pescado. A continuación, se cerraba por debajo y quedaba una gran bolsa con el pescado dentro. Después, se subía el pescado a la superficie donde se capturaba con los salabres. Finalmente, se ponía en cajas y se cubría de hielo. De este modo, cuando llegaban a puerto ya no tenían que desenmallar. Actualmente, hay seis traíñas en L’Escala y, lo que ayer era abundancia de pescado y dificultad tecnológica, se ha invertido completamente y hoy los pescadores se enfrenten a nuevos retos y a un futuro incierto a causa de la falta de pescado.