Entre los siglos VI a. C. y V d. C., en la costa de la desembocadura del río Llobregat, navegable por aquel entonces, había un gran número de establecimientos de época íbera y romana. Estos aprovechaban las posibilidades agrícolas y, en especial, la situación estratégica para los intercambios comerciales.
En estos siglos, la agricultura se intensifica. Ya en época romana, se orienta plenamente hacia el comercio. El Mediterráneo se convierte en una gran vía de comunicación para barcos cargados de ánforas con cereales, vino o conservas de pescado, metales y objetos suntuarios.
En Gavà, encontramos la huella de estas épocas en poblados íberos, como el de Calamot, las villas romanas o los restos de barcos en el yacimiento de Les Sorres. Este es un testimonio de la línea de anclaje de época romana y medieval, que hoy se encuentra bajo las tierras del delta de Llobregat y que ha proporcionado hallazgos como los restos de los barcos y de sus cargas.