Los edificios públicos y algunas viviendas y establecimientos privados tenían pinturas murales y acabados refinados o lujosos llevados a cabo por talleres especializados. Se sabe que en Baetulo, en el siglo II d.C., funcionaban simultáneamente cuatro talleres diferentes, dos de ellos muy destacados: uno por su calidad y otro por su carácter innovador. En esta sala se han conservado in situ los frescos con motivos florales, un banco adosado a la pared y un brasero de obra. Las reducidas dimensiones de la habitación y su ubicación en una de las terrazas de la acera del cardo maximus hacen que quede particularmente escondida.