La obra de Marina Núñez (Palencia, 1966) se sitúa en un horizonte de cuestionamientos identitarios. Desde el dibujo y la pintura, y actualmente con otras formas de producción electrónica y digital, la artista experimenta soportes y materiales y lleva a cabo una labor de construcción y nueva lectura de las imágenes que han formulado la identidad femenina como inestable e incompleta, contrapuesta con la firme identidad monolítica del “yo” masculino.
Núñez, desde 1992, se va introduciendo en los territorios simbólicos de esta segregación y lo plasma en la serie pictórica de Monstruas y Locas. Con la representación del monstruo se facilita la denuncia de ciertos estereotipos del canon de representación de las mujeres y la feminidad. El resultado son imágenes densas, desdobladas, que nos remiten a los espacios de la locura, de la muerte, de los sentimientos y las emociones mutiladas.
Pero la pintura de Marina Núñez responde también a una clara estrategia conceptual y formal. Su pintura, de factura impecable, se dirige directamente al espectador a través del seductor efecto narrativo de su figuración, que se ve atrapado por la aparente legibilidad de las figuras para enfrentarlo con elementos perturbadores que no esperaba.