Los visigodos valoraban tanto las joyas que testimonios de la época explican cómo les complacía llevar gran cantidad de collares, brazaletes y anillos en todos los dedos.
Adoptaron las técnicas helenístico-romanas de la filigrana, el encuñado, el laminado y la aplicación de piedras semipreciosas, utilizando todo tipo de material más o menos noble, oro, plata, bronce y vidrio.
Además, como se ha visto, extendieron la aplicación de esta artesanía al culto religioso.