Los primeros grupos de pueblos germánicos cruzan los Pirineos a principios del siglo V. El territorio de Cataluña formará parte de los reinos visigodos de Tolosa, en el siglo V, y de Toledo, en los siglos VI y VII.
Los visigodos (una minoría en relación con la población hispanorromana) acaparan el poder político, económico y religioso. La monarquía era el elemento unificador, y había una auténtica comunión entre la Iglesia y el Estado. En las grandes necrópolis de la meseta castellana se aprecia el cambio que representan las costumbres funerarias de los recién llegados: se generaliza la «inhumación vestida» de los cadáveres con todo tipo de ornamentos. En la sala destaca el tesoro de Torredonjimeno (Jaén), formado por diferentes coronas y cruces votivas ofrecidas por los reyes visigodos a Justa y Rufina, santas mártires de Sevilla.
En el inicio del s. VIII, con la ocupación musulmana y la caída del reino visigodo, empieza un período de profundos cambios políticos, militares, sociales y económicos.