Los íberos no surgieron de la nada, ni de un día para otro. A partir del siglo VI a. C., estimulados e influidos por los contactos con fenicios y griegos, los pueblos indígenas de la vertiente oriental de la península ibérica y de más allá de los Pirineos evolucionaron hacia nuevos modelos sociales, económicos y culturales que los caracterizan como una civilización autóctona: urbanismo complejo, uso generalizado de la metalurgia del hierro, jerarquización social, sistema de escritura propio o red de contactos e intercambio con los pueblos mediterráneos. A pesar del aire de familia que a primera vista parecen ofrecernos los íberos, la civilización ibérica no fue ni uniforme ni homogénea.
En este espacio se exponen materiales de esta civilización que existió hace más de 2500 años (siglos VI-I a. C.), entre los que destaca el «tesoro» de plata del poblado de Castellet de Banyoles (Tivissa).