El enrarecimiento de las relaciones entre las dos comunidades, y los brotes de violencia verbal, física y legal, fueron incrementándose a lo largo del siglo XIV. A finales del mismo, la marginación de la población judía se evidenció a través de órdenes represivas como la de llevar una señal circular (la rodella) cosida a la ropa cada vez que salían de la judería. La del Reino de Mallorca tenía que ser de dos colores: «la meytat vermella e l'altra meytat groga» (la mitad roja y la otra mitad amarilla).