Esta artista polaca profundiza en el conocimiento de la ciudad e inicia una serie de vistas pictóricas de una forma absolutamente personal, basada en la inmediatez y la agitación del trazo y en un lirismo agridulce de los escenarios gerundenses, como esta calle de Cúndaro.
Desde el siglo xix, la península ibérica acogió a un elevado número de viajeros europeos que, seducidos por el exotismo español, plasmaron artísticamente su percepción de diferentes rincones del territorio, como el dibujante Gustave Doré o la pintora Sophia Dunbar. En relación con Girona, el caso más paradigmático es el de la polaca Mela Mutermilch. En 1914, llega a la ciudad procedente de París como pintora consagrada y expone en la Sala Athenea.