Diana, diosa romana de los bosques y la caza, es representada con un marcado carácter mediterráneo. A diferencia de las esculturas clásicas, se caracteriza por la simplificación de las formas y se aleja de la ornamentación y la estilización de la figura. El escultor, interesado en captar el movimiento y la tensión muscular que se produce en la figura, presenta a Diana desnuda, con un manto que le cubre los hombros y desprovista de los objetos que provocan la tensión de su cuerpo: un arco y una flecha.